Los 35 de julio

El pódium (abecé)

El juego de las golondrinas de Zeina Abirached

Jolgorio de Brecht Evens

La guerra de los mundos de Santiago García y Javier Olivares

Del resto decir…

que #Haciendotebeos 2 de Jordi Bayarri sigue tan desopilante como el primero;

que Bat Alan se debería leer en las escuelas;

que Black Hammer. Visiones de VVAA me parecen migajas del universo;

que Cinco minutos dos veces al día de Marco Di Grazia y Critiano Soldatich es una parte de la vida de Chet Baker, una parte terrible y hermosa al mismo tiempo;

que Cinéfilo de Helkavara me recordó (por su portada y su comienzo) a Cucos Benítez, pero nada más lejos de la realidad;

que Dibujantes de huellas de Diana Moreno es lectura obligatoria;

que Dragman de Stephen Appleby me ha encantado y decepcionado a la vez. Tengo que leerlo de nuevo;

que El cantar de Renart de Mathis y Martin no me gusta, porque no me gusta que el protagonista vaya por ahí engañando y se salga con la suya. Como diría Obélix: Soy muy sensible a las historias de amor que acaban mal;

que El diablo y el señor Twain de Koldo Azpitarte y Mikel Bao me gusta mucho, el tono, el dibujo, los colores, la maquetación, pero a ratos me da la sensación de que anda a trompicones;

que no me imaginaba a Peter Bagge haciendo un tebeo tan «serio» como Fire!! pero me ha dejado flipado. Quizá, por ponerle un pero, tiene demasiada elipsis, me hubiese gustado saber más;

que Garoden De Jiro Taniguchi no es de mi temática favorita (lucha libre) así que no es el que yo elegiría del autor japonés para releer;

que Jack Wolfgang de Reculé y Desberg es un trasunto de James Bond y Blacksad que a veces quiere ser serio, que a veces quiere ser cómico y que lo que consigue, eso sí, es ser muy entretenido;

que había leído la novela de Antonio Iturbe y entonces La bibliotecaria de Auschwitz de Salva Rubio y Loreto Aroca me ha parecido blandita, pero claro, primero: yo sé lo difícil que es adaptar un libro a un cómic; segundo, aunque no sea tan cruel como el primero, es un excelente tebeo; y tercero: como aproximación a los chiquillos al Holocausto es una maravilla;

que La llave de Killofer es un cuentito muy inquietante

que aunque La sombra de la cucaracha de Gato Fernández me ha gustado y me ha parecido un tema muy candente, también me ha dado la sensación de que daba mucho más de sí;

que Los que quedan de Busquet y Xöul es un cuento, pero muy real, pero muy imaginativo, pero muy cuqui, pero muy angustioso, pero muy… bueno

que Los sentimientos de Miyoko en Asagaya de Shin’ichi Abe a ratos es farragosa;

que me encantan esos tebeos que tienen fotos al final del libro como diciendo: esto que has leído sucedió de verdad, y Mamá, yo te recuerdo de Emiliano Valenzuela y Consuelo Terra las tiene

que Mutación de Marc Antoine Mathieu es muy de Marc Antoine Mathieu y si has leído Dios es persona o 3 segundos sabes de lo que hablo

que Natacha de Almandoz y Trueba es una lectura muy actual, también para enseñar en los colegios;

que Nido de serpientes de David Espinosa es una historia de rock and roll y polis corruptos, ¿cómo no te va a gustar?

que el segundo ciclo de Okko, el de la Tierra, de Hub sigue en la línea del anterior y para mí es demasiado onírico

que Pareidolia de Rosana Antoni es demasiado intimista y a la vez demasiado peculiar e incluso diría que experimental…

que Rojo Karma de Eddy Simón y Pierre-Henry Gomont te atrapa desde la primera página, por sus dibujos, por su trama, por sus personajes, por sus acuarelas…

que Jason es un indiscutible y siempre hay que leerlo. En Siempre nos quedará pamplona lo demuestra;

que Sirenas Borrachas de Kat Leyh parece una comedia de enredo, pero tiene mucha más miga;

que he releído Tango, la aventura del marinero más famoso del cómic, de Hugo Pratt y me ha parecido igual que cuando la leí por primera vez, a ratos trepidante y a ratos tediosa;

¡Hala, a leer tebeos!

PS: Y como podéis ver por ahí abajo, he empezado a releer (quizá sin exagerar por trigésima vez) Blueberry. ¿Que por qué? Porque sin duda es el tebeo que yo elegiría para eso de llevarse uno solo a una isla desierta y llevaba yo mucho tiempo cavilando cómo hacerle un regalo maravilloso a mi amigo librero sin que me costase la pensión, y por fin encontré el modo gracias a Juanjo el Rápido. Así que, con la ayuda de otros amigos, compramos (casi) toda la colección de Blueberry para regalársela, fascículo a fascículo, capítulo a capítulo, semanalmente, como en la televisión de antaño, en un regalo que va a durar casi un año; y me la voy a leer, álbum a álbum, semana a semana, para poder comentarla con él.

Me quedo con la expresión de otro amigo, al que le conté la idea, cuando coincidió con el regalado:

-¿Y nunca has leído Blueberry?

-No

-¿Me estás diciendo que tú tienes toda esa felicidad por delante ahora mismo? Oh, mon dieu !

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